domingo, 23 de marzo de 2008

Globalidad hispánica

"Cuando me dijo: I'm going to love you a lot,
a mi se me cayeron los palos del sombraje."
Escrito el 6 de Marzo.

Qué basta puede ser la literatura, ¿no?.
La globalidad, a veces, es dificultosa de entender
con toda esta bestialidad/hispanidad que me satura.

Lo siento estoy en una residencia artística en Potsdam
y no tengo w-lan en el pc.
En cuanto acabe todo os pongo al día.

Tras las elecciones

Yo voté por correo.
Adecuadamente.
No sentí nada especial.
Cumplía con mi coherencia.
Y como la última vez (14 M) mi voto fue de conciencia,
sin tergiversación previa, ya que fue 10 días antes,
es lo que tiene el jodio voto por correo.
Espero que llegara y que me devuelvan los 4 euros de franqueo.

Gracias por las elecciones.
A aquellos que votaron y que son consecuentes, gracias.
Yo sigo sin volver... todavía me queda rato.
Pero gracias por no apoyar la mentira,
el anacronismo,
el primitivismo,
la sinrazón,
la manipulación...
y muchas características más del partido líder que no ganó.
Es una lástima que todavía no existan demasiadas alternativas,
eso convierte a ese país donde no habito
en un territorio no demasiado democrático.
Pero bueno, en peores nos hemos visto.

Me hice política tarde, pero a tiempo.
Gracias por estar ahí y defender mis derechos.

domingo, 9 de marzo de 2008

La canciones de la sinrazón.

La razón prima sobre la religión y la tradición.
Nadie se acerca a ninguna tradición más antigua de 15 años,
o a una religión que no les salvó de la vergüenza.
Por eso hay tanta soledad.
Se dice que cuando entiendes la lengua
entiendes a su gente.
La estructura de una frase alemana es estricta y cerrada.
No acepta modificiación ni coloquismos.
Los verbos no tienen tiempo,
pero hay cientos de adverbios que lo concretan.
Toda palabra es explícita.
Y si es necesario se crea.
Por las mañanas los tranvías son ataudes de silencios.
Cuando sale el sol, todo el mundo sale al parque.
Nadie habla, se cuentan anécdotas por orden
y se canta solo si es estrictamente necesario.
(Conocí a una mujer histérica que lloraba
porque se sentía diferente,
no podía reprimir su canto cuando iba en bici).

Así de sencillo, así de parco.
La globalización, la sociedad, el consumismo
han anulado cualquier ápice de humanidad en esta gente.

Pero cuando durante breves segundos cantan,
los ves expandirse, liberarse, enrojecer como si fueran a morir,
su mirada se nubla como en éxtasis,
se vuelven casi humanos,
pero solo un rato.
Solo un rato.
No pueden más, los pobres.

La soledad

Aquí la gente está muy sola.
Que la soledad o el individualismo
es una consecuencia primaria
de esta sociedad cruel e inhumana, está claro.
Pero en el norte de Europa
la gente está más sola que en otros lugares.
La soledad reabre todos los edificios viejos de esta ciudad
y se introduce en las botellas de cerveza Berliner.
A las 9 de la mañana hay siempre alguien en el parque con una cerveza en la mano.
En mi lugar de origen a las 7 se mete uno cazalla en el cuerpo
para calentarse y enfrentarse al día.
Aquí lo hacen por hastío.
En esta sociedad desmembrada,
sin núcleos familiares firmes,
la soledad llena los huecos.

La razón y el frío

El frío obliga al raciocinio.
O tal vez no sea así,
pero aquí el "bajo vientre" o instinto se congela
como el cactus de mi ventana.
Nada se hace dejándose llevar.
Todo es planificado y estrategicamente pensado.
La espontaneidad la venden embasada al vacío
y cuesta casi un jornal entero.
El porque sí no existe.
Aquí todo es consecuencia de lo que has hecho antes.
El individuo es responsable por si mismo.
Para tomar una decisión el estudio analítico es inaudito,
para mi casi inhumano, pero brutalmente social.
No cuenta ni la intuición ni el corazón.
El núcleo familiar, los amigos, tu gente... escasean.
El camarero ni te mira cuando le pides coñac.
Los grupos en el bar se miran y beben, no hablan.
Los chisten se hacen por turnos.

Cada mañana me cruzo con alguien que bebe cerveza,
y no es un punky o un estudiante vago o resacoso,
es una mujer adulta y perdida
o un hombre solo que aguanta el frío en un banco.
El padre de D se pasa días enteros sin hablar,
cuando D lo llama tiene que toser para despertar las cuerdas vocales.

El sueño de la razón que provoca monstruos en Goya,
aquí produce alcohólicos...
y mucha, mucha, mucha soledad.