domingo, 27 de abril de 2008

Cuento

Cuando D le dijo a M que no sabía porqué pero que no la amaba, que estaba confuso y que no debía mentirle, M se hizo pequena, descendió. Haciendo juegos tontos, esos juegos que solo se hacen cuando pretendes estar enamorado, se midieron de nuevo (lo hacían todos los días para saber si el amor los acercaba) D se dió cuenta de los 2 centímetros menos de M. "Es que hoy no te he abrazado demasiado, asi que no he estirado" y entre risas y toqueteos dispersaron la tensión.
Pero a partir de esa noche M empezó a enfriarse. D lo notó porque sus pies ya no estaban calientes bajo la manta. Con el tiempo dejaron de destaparse a media noche sudando por estar amarraditos. Seguían amarraditos (lo intentaban) pero ya no sudaban. M no sudaba. Entonces una noche M empezó a temblar y no había forma de hacerla parar. D la abrazó, le intentó dar calor, le puso una manta... pero M no paraba, asi que D le propuso ir al hospital, M dijo que no, que estaba sana, solo que algo dentro se le estaba helando y no sabía.... D se rió de ella pero escuchó algo así como una piedra cayendo a un pozo.

FINAL LILITH:
Al día siguiente, helada aún llevando el jersey de lana de D, M compró un billeteal Caribe con los ahorros de ambos y se fue a buscar un abrazo de mango caliente.

FINAL WALT DISNEY:
Durante toda la noche D veló por M y fué tanto lo que la vió sufrir y tanto el desamparo que sintió sin su calor, que cuando M le pregunó, casi agonizante, sí todavia la amaba, a D se le quedó atascado el no en la garganta y le salió un si caluroso e hipertérmico.

FINAL INCA, recopilado por Galeano:
A la manana siguiente M se convirtió en colibrí, ese pájaro diminuto que no para de moverse para darse calor y D por supuesto, en un descuido dejó la ventana abierta...

Bailarinas de pacotilla

Las "bailarinas" son un caso aparte.
Siento generalizar.
En realidad no.
Creo que todas son iguales,
aunque adoro las excepciones
porque las hacen excepcionales (jeje).
Pero las bailarinas son tontitas.
Debido a su conocimiento endémico del cuerpo,
su conocimiento cognisciente que no cognitivo del mismo,
una conversación con ellas se convierte en
hablarconlajodidaprincesitaquedurmió
sobrelcolchónconguisante...
trassuhorriblenochesinreposo, por supuesto.
Os cuento:
Me encuentro con el grupo con el que colaboro "bailando de verdad",
bailando cosas normales
que la gente que ha visto al Duato por la tele puede identificar...
o actualmente los enganchados al Fama televisivo ese.
Vamos, conceptos básicos y predeterminados,
estéticamente arcaicos, pero pasables.
Las tres, dos bailarinas y coreógrafa,
todas,
están lesionadas,
que si un parpadeo incesante,
que si un tirón por andar por la calle,
que si un noseque en la rodilla, lo de siempre...
que si una operación en la muela,
que si un calambre al respirar...
Es una conmemoración de la queja,
un certamen de quejiquismo.

Yo me absuelvo, o me aislo,
y pienso en mi madre y en todas las mujeres de mi familia,
todas las que han callado sus dolores
porque habia cosas que hacer,
todas las que han sufrido barbaridades médicas
que no han denunciado porque... para qué.
Todas esas mujeres,
que sometidas a su condición social,
aguantan como bestias lo que les echen.
Todas esas MadresCoraje que me he ido encontrado en mi camino....

Y entonces miro a ese grupito de cuerpos débiles
que no pueden ni ir a un fisioterapeuta
porque son incapaces de confiar,
les digo que yo no tengo edad pa esto,
pero me crezco 37 milimetros,
y esperando mi retahila de quejas,
me pongo a todas mis mujeres a la espalda,
me empiezo a mover partiéndome de risa por dentro
con el pensamiento de "mariconadas las mínimas"
y bailando como si me fuera la vida en ello,
cosa que es cierta,
las hago callar.
Ellas, sin entender nada todavía,
(deberían estar muertas con todas esas penalidades que pasan)
se levantan costosamente,
hasta respirar les puede costar una lesión,
y se ponen a bailar poniendose la rodilla en la oreja,
abriéndose de piernas innecesariamente,
tan ricamente.
Yo pongo los ojos en blanco,
me pregunto qué conyo hago con princesitas yo,
que soy del pueblo,
pero sigo bailando porque me encanta
y doy la conversación por zanjada.

jueves, 17 de abril de 2008

Castigo

"Volver a amar es el castigo de los que amaron en exceso"...

Yo no sé si amé en exceso, es probable.
Pero que lo que me pasa es un castigo también es cierto.
Otra vez el mismo escenario,
de nuevo la misma estúpida canción.
Es como si alguien se estuviera descojonando en mis narices y yo estuviera congelada.

Lo amo como siempre he amado,
a lo bestia.
Para mi no hay intermedios o interludios.
O amas o no amas.
Pero si amas, que sea de verdad
y hasta que deje de serlo.
Mariconadas las mínimas.
Y él, como en una paradoja temporal,
como en un bucle del tiempo...
él, no me ama.
No me ama todavía, lo intentará, dice.
Y es cierto y lo sé,
le gusto y lo intentará,
probablemente sea la única manera en que deje de encontrar complicaciones....
pero es tan triste,
tan tan tan triste...
que mi desazón lo envuelve todo.

Mi autoestima se ha evaporado,
hoy he pasado el aspirador
para hacerla desaparecer definitivamente.
Mi dignidad está en el cubo de la ropa sucia.
Y yo no sé si meterlo todo en mi mochila
y salir de esta ciudad jodida
pero semi-entera.
Como la leche...
(chiste cínico y malo, aunque me siento un poco tetra brick)
O dejar que me acabe de destrozar
para reconocer con el tiempo y el nuevo alicatado,
que al menos lo intenté,
que no me hice la dura,
que no jugué mi papel de independiente,
que no usé mi condición de mujer-loba-solitaria.
Que Lilith no asesinó a Eva en presencia de Adán.
No, quiero recordar al menos,
que me lancé a esta piscina cutre y vacía,
que aunque no fue un abismo digno de encabezar poesías,
fue algo.
Que hice el gilipollas de nuevo y en alemán,
pero lo hice
y fue bonito
y por supuesto,
como siempre,
valió la pena.

miércoles, 16 de abril de 2008

La Sed Insaciable

La Sed Insaciable

Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso

Amar y amar toda la vida,
y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...

Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.

Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.

Porque en sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.

Y en esta angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombra de otra boca
en cada boca que se besa.

Miguel Angel Buesa

martes, 15 de abril de 2008

ego itsmo

Yo como todos hablo conmigo misma.
Si, como todos, mantengo diálogos exacerbados conmigo misma.
Y son diálogos, que conste,
porque me desdoblo y me contradigo,
a veces me pregunto cosas que aparento desconocer,
a veces me hago entrevistas
intentando jugar los dos papeles a la vez,
a veces me provoco lágrimas de cocodrilo,
y a veces me insulto y todo.
Entonces me enfado (autoenfado?)
y me dejo de hablar.
Y me aburro, me aburro eternidades.
Así que me traiciono y me vuelvo a preguntar cosas,
pero en inglés.
Así como no me entiendo del todo
me perdono antes.

miércoles, 2 de abril de 2008

Atropellando historias en Berlín

Digo siempre que es por el frío,
porque los últimos constipados
no han desaparecido del todo,
aunque no han sido grandes.
Pero la verdad es que no voy en bici
porque no puedo contarme cosas.
Así de simple, así de tonto.
Que no soy Indurain o descendiente,
eso lo supe desde que aprendí a manejar ese artefacto.
Pero considero que si no vas en bici por Berlín eres imbécil,
y ese, tampoco es mi caso.
Es solo una cuestión de tiempo,
del uso del tiempo.
Encima de la bici
toda mi intención se concentra en
conseguir el equilibrio al menos con una mano
igual que el resto de los que me rodean,
o también, para que mentir,
en evitar los únicos baches y huecos de la calzada
(esta ciudad está repleta de agujeros)
a los que inconscientemente tengo cierta afinidad.
El caso es que cuando me cuento cosas por la calle
llevo la libretita de "apuntar pensamientos",
y eso encima de mi bici es imposible.
De hecho intento memorizarlos,
porque es inevitable coger la bici de vez en cuando,
pero entonces se quedan atrapados en las ruedas
y nunca consigo recuperarlos enteros.
Cuando paro recojo cadáveres de sensaciones
que no puedo descifrar
y que mueren agonizando en mis manos.
Enterrar abortos de historias no es mi fuerte,
yo siempre lloro con los anuncios.
Así que prefiero pagar el transporte público
a convertirme en asesina de sueños no-escritos.

Restos de la libreta I

Otro día más y la obligación.
La obligación de cumplir la promesa.
Escribe.
Escribe al menos una cosa al día.
Habla de algo.
Cuéntate alguna anécdota.
Discute contigo misma.
Niégate...
Hoy me habré enamorado unas tres veces.
Y mi corazón sigue igual,
sin desprenderse un ápice de la coraza que lo envuelve.
Corazón acorazado diría algún cursi gilipollas.
Hoy, como siempre, la sorpresa se levantó conmigo
y me estuvo dando collejas todo el día.
Hoy he hecho el mismo recorrido tres veces.
Es muy pobre.
Vivir en la ciudad más grande del continente
y repetir el mismo insípido trayecto constantemente.
Y las preferencias se intercalan.
Y los días pares quiero una cosa
y los impares otra.
Pero hoy he bailado...
bailar... con eso basta.

El país de las arañas V

Cuando regresas al país de las arañas
todo está lleno de telas.
Parece que te hayas ausentado siglos,
que tu ausencia se notó.
Te pasas el día entero con el aspirador
"vacuunando".
Pero parece que hay un pacto entre
este electrodoméstico y las arañas.
Porque cuando acabas
y reconquistas tu espacio,
aparece siempre una señal de ineficiencia,
una pequeña araña que sonríe desde las flores,
un pedazo de algodón colgando en una esquina...
Es una señal que te obliga a no olvidar
que en el país de las arañas,
ellas son las que mandan.