martes, 11 de noviembre de 2008

El adosado de Adan & Eva

A las 7 de la mañana,
en la parada del autobús,
una mujer me habló de Moisés,
el bus tardó 13 minutos en llegar,
recorrió la Biblia hasta las bodas de Caná,
no me dejó preguntarle por Lilith.

En una juguetería, mientras empaquetaban el regalo,
mire a los ojos de la anciana, le sonreí,
dije una estupidez cualquiera.
La mujer me contó toda la relación de su hijo con una víbora
a la que ella veía venir desde el principio.
Recibí una llamada que me salvó.

Viendo un espectáculo de calle
una mujer de unos 40 años se situó a mi lado,
se reía a grititos ahogados,
me golpeaba el brazo con cada carcajada,
yo me reía con ella por solidaridad.

Las Evas de este paraíso están muy solas,
los Adanes de turno andan currando como desesperados
o se enganchan a una barra cualquiera...

En el país de la piel de toro también hay soledad,
aunque por lo menos la cuentan.

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