lunes, 2 de marzo de 2009

Sobre el río...

Todo el mundo sabe que a
mi me encanta mi trabajo de modelo.
Por un lado está mi faceta exhibicionista,
por otro me pone mogollón que 20 tipos
te estén mirando tu cuerpo serrano.
Pero todo tiene sus pros y sus contras,
y no todo el monte es orégano,
ni todos los pintores son Van Gogh.
(Ya quisieran estos descubrir los naranjas de él)

Cuando iba a Jannowitzbrücke "llanobichbruque"era fantástico,
por supuesto yo soy la mejor modelo,
me aplauden y enrojecen cuando les miro a los ojos.
Casi los mato de un infarto cuando me puse boca a bajo mas de 5 minutos...
Se negaban a pintarme.
O cuando me di la sobredosis de equinaccia
y quise hacerles un pino,
ahí si dijeron que no.

Lo mejor del salón era que estaba sobre el río.
Y en primavera, cada 5 min,
pasa un barco de mercancías o uno de turistas.
Los pintores insistían en poner cortinas,
pero los ventanales eran grandísimos.
A mi me encantaba ponerme en posturas grandes y saludar al capitán.
Los pintores se desconcentraban.
No están acostumbrados a la espontaneidad.
Pero ese salón cerró.
Ahora estoy en un ático.
Y todos están muchos mas cerca
Cuando saben que vengo traen sus mejores blocs,
reconocen que les ofrezco las mejores posturas.

Pero la sonrisa de la Mona Lisa ya no es tan amplia.
Es cierto que me adoran, pero artísticamente, nada más.
Son incapaces de hablar conmigo cuando estoy desnuda.
No me miran ni las tetas.
Y mi sueño de que me griten
"buenorra-que-estás-pa-comerte-entera"
Es solo eso, un sueño,
fantástico e irreal.
Y es que en este lugar el respeto no te lo pierden ni aunque lo implores desnuda.

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