Mi edredón de plumas ya no puede contener todos mis sueños.
Cada mañana me dedico a recogerlos:
Despego cachitos del ventanal,
trocitos enredados en las telarañas de las esquinas,
escondidos entre las maletas debajo de la cama,
atenazados a los angelitos que cuelgan,
en la lámpara, entre la ropa...
Mi habitación se queda pequeña
y los sueños incontenidos en el calor del edredón
mueren abrumados por el frío,
la sensatez y la luminosidad de este lugar.
miércoles, 13 de mayo de 2009
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