miércoles, 8 de abril de 2009

Primavera

Me despierto, y todavía en la cama decido la ropa,
esto es necesario para no cambiarme 17 veces de bragas.
Desayuno tranquilamente escuchando la radio,
a veces la BBC,
a veces la española.
Preparo la bolsa de danza.
No me dejo embaucar por mi cerebro
que me obligaría siempre a salir con un trajecito y unas chanclas,
sigo mi instinto-realista-alemán y me visto como siempre,
solo evito lana y guantes,
esa es la única señal térmica de la llegada de la primavera.

Salgo al patio,
siempre con la sensación de volver a subir a por mas ropa,
pero cuando atravieso la entrada con mi bici,
la verdadera sensación atmosférica me atraviesa.

Mi bici y yo nos echamos a la calle.
Entonces me convierto en la reina de Berlín.

Si no se te cae la nariz por helor
o las pestañas por congelación,
entonces la bici es maravillosa.
Y a casi dos metros del suelo
ves como los coches te esperan,
como depende de ti que el autobús vaya mas rápido o no,
o que un tranvía te persiga....

Y esa sensación es bestial, tú tienes el poder.
Lo mejor de la mañana, sin duda.

Luego hago entrenamiento de danza,
dos horas destrozándome el cuerpo copiando movimientos ajenos
e intentando no caerme en las piruetas.
Mantengo la dignidad como buenamente puedo.

Ducha y flirteos con el único heterosexual de clase.
Una no deja de ser una misma ni en el país de las arañas.
Mi ego va ascendiendo para el resto del día.
Hace bueno, los de aqui creen que la primavera ha llegado,
las feromonas hacen depaburés con nosotros
y las sonrisas entre ciclistas surgen en los semáforos.

Definitivamente nos gradúa el tiempo y yo no me escapo.

Desde que no llevo guantes estoy más contenta.

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