jueves, 16 de abril de 2009

REIVINDICACIÓN

0.
Estoy hasta los ovarios de que me juzguen.
Ya juzgo yo por todos vosotros, gracias.
No me importa, hasta cierto punto,
que la gente prejuzgue (es deporte nacional)
o injuzgue/exculpe (relaja la conciencia).
Lo peor es cuando lo hacen el mismo día y a la vez.
Y aunque sea pura y puta casualidad
(vaya contradicción ser ambas cosas,
la más puta de todas las señoras,
la más señora de todas las putas)
me jode irremisiblemente.

I.
Que si abuso de mi feminidad,
que si soy muy bestia,
que si soy mari coloritos (a mi edad…),
que si me pierde la boquita,
que si no paro de hablar de follar,
que si soy antimaternal….

¿Por qué coño no puedo ser una mujer bruta,
de color naranja, charlatana y que le gusta el sexo?
¿quién decide que yo no puedo ser así?
¿Por qué cojones tengo que cambiar?
¿Me va a ir mejor en la vida
que haciendo lo que me da la gana como ahora?
¿Tendré una nómina de 4000 € al mes?
¿Aprenderé 3 idiomas en 2 meses?
¿Actuaré en el Schaubühne?
¿Tendré orgasmos de color verde manzana?

Que alguien me diga por qué no puedo ser yo,
con mi estupidez, mi boquita, mi ninfomanía aparente y mi naranja de bote…
Cuando alguien me explique esto
y me de ávida cuenta de ello,
entonces, y solo entonces,
decidiré si quiero quitarme la máscara.

II.
Leamos todos a Gil de Biedma:
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde

Esta máscara que llevo, de nombre Lilith
no está manufacturada en Hong-kong.
No pertenece a una línea de producción masiva.
No es uno de esos regalos de promoción del periódico.
Esta máscara es mía y me pertenece solo a mí.
Tiene diseño exclusivo y es ergonómica para mi cara.

Me la he ido construyendo con trozos de piel, cascotes de alicatado, despropósitos, frustraciones, silencios, consecuencias graves, indecisiones, sueños rotos, estrías, muertos en carretera, bilis, hostias, muchas hostias, polvos guarros, desubicaciones varias, tercera vértebra lumbar, traiciones, un poco de inglés, vómitos, insatisfacciones, noches de borrachera, cabreos múltiples, lágrimas, harapos de princesa, quemaduras leves, orgasmos de colores, incertidumbres, pólvora, risas, mucha risa y alguna que otra violación nominativa.

Todo eso es mi máscara.
No hay otra Lilith más que yo.
Yo soy Lilith.
Lilith es yo.
Acéptenlo, acéptenme, por favor.

III.
Yo soy yo con todas las circunstancias
y Lilith existe como mi máscara elemental.
Señores del senado: en esta podrida sociedad
y en este jodido mundo,
no se puede ir sin máscara.
Y menos si eres metro y medio, artistilla y mujer.
Lo siento, es así.
Dejo constancia de:
Si enseño esta máscara es porque conozco su existencia,
la re-conozco.
Hasta me he hecho un blog con ella….
Si permito a ciertos individuos que vean como me la quito,
mostrando así mis carnes naranjas y vulnerables
es porque los voy a adorar y querer toda la vida
y solo ellos merecían este privilegio.

Y en el fondo, muy en el fondo.
¿Qué coño es un artista sin sus miedos, sus complejos, sus prejuicios, sus putrefacciones varias, sus cobardías, sus heridas abiertas, sus egoísmos absolutos, sus superficialidades, sus amputaciones orgánicas y sus vicios obsesivos?
Nada. Vacio. Vulgaridad. 0.
Es una cucaracha rosa en la Alhambra.
Let me alone with my mask. I’ll decide when it’s over. Thanks.

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