domingo, 9 de marzo de 2008

La canciones de la sinrazón.

La razón prima sobre la religión y la tradición.
Nadie se acerca a ninguna tradición más antigua de 15 años,
o a una religión que no les salvó de la vergüenza.
Por eso hay tanta soledad.
Se dice que cuando entiendes la lengua
entiendes a su gente.
La estructura de una frase alemana es estricta y cerrada.
No acepta modificiación ni coloquismos.
Los verbos no tienen tiempo,
pero hay cientos de adverbios que lo concretan.
Toda palabra es explícita.
Y si es necesario se crea.
Por las mañanas los tranvías son ataudes de silencios.
Cuando sale el sol, todo el mundo sale al parque.
Nadie habla, se cuentan anécdotas por orden
y se canta solo si es estrictamente necesario.
(Conocí a una mujer histérica que lloraba
porque se sentía diferente,
no podía reprimir su canto cuando iba en bici).

Así de sencillo, así de parco.
La globalización, la sociedad, el consumismo
han anulado cualquier ápice de humanidad en esta gente.

Pero cuando durante breves segundos cantan,
los ves expandirse, liberarse, enrojecer como si fueran a morir,
su mirada se nubla como en éxtasis,
se vuelven casi humanos,
pero solo un rato.
Solo un rato.
No pueden más, los pobres.

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