domingo, 24 de agosto de 2008

Todo sigue igual.

Se me olvidó que en la ciudad de las facturas...
en el país de la piel de toro,
no cambia nada.
Los mismos frikis,
las mismas quejas,
la misma crisis,
la misma hipocresia,
la misma fashion people,
la misma ignorancia,
la misma pretensión,
los mismos gritos,
las mismas adicciones,
los mismos caraduras,
la picaresca oriunda...
Y que yo creí que todo seguía en mis genes,
años de pelear con todos ellos, de discutir,
algo quedaría.

Pero no, la comodidad de la tela de araña me confundió,
me adapté a la tranquilidad y el respeto.

En la Piel de Toro el que no corre vuela,
y en el primer día de encuentro social
trabajando de quitapenas,
o dícese de camarera,
regresando a la dinámica de hace 4 años...
Ese mismo día,
mi monedero, con el sueldo recién cobrado, las propinas,
el metrobus y mi sheker de la suerte,
desapareció en la verdulería de los chinos.

El primer día en que intento no cabrearme,
ceder ante la realidad,
adaptarme de nuevo por no parecer aguafiestas,
ese primer puto día.
VA Y ME ROBAN LA PASTA

Y llorar y contarlo y ya que estaba, seguir llorando,
intentar penalizar a mi hígado para reponerme,
como reza la tradición,
todo uno.
Pero la gente de la Piel de Toro
está habituada y con el chupito se cura todo.
Ya está,
te escuchan un par de minutos
y te cuentan el robo de la vecina.

Y yo con mi sueldo que nunca existió
pensando que mejor sería volver,
que la tolerancia pasiva me da asco,
y que el respeto es mi uniforme diario.

No hay comentarios: