sábado, 2 de febrero de 2008

El país de las arañas II

En el supuesto centro de la capital de El País de las Arañas.
En la estación de trenes principal,
a las 3 de la mañana de un viernes con 0º en el exterior,
hay más gente que en las rebajas.

No sólo gente joven.
También adultos que no van o vienen del trabajo...
Todos aprovechan la noche para tejer sus telas,
para charlar, para perfeccionar la red.
Todos pasan por el centro y comen y se encuentran.
La estación huele a bolleria, queso y salchichas con ketchup.
Punkies, perros, parejas cuarentonas, policias, jóvenes devorando hanburguesas...
Todos cohabitan bajo la luz artificial de la estación,
nadie fuma.
Todos llevan una botella de cerveza, zumo, cava o té en la mano.
Y se miran, pasean, charlan, deámbulan, comen o beben.

Sólo cuando sales al exterior y te enfrentas a la noche y al frío,
te das cuenta de que El País de las Arañas
es otro mundo.

1 comentario:

Kacho dijo...

Todos hacen algo. Hasta los que parecen no hacer nada. Hay una persona que observa.

Todos son anónimos. Hasta los que escuchan su nombre. Hay una persona que les otorga un personaje.

Todos tienen una vida. Hasta los que parecen estar muertos. Hay una persona que les imagina un pasado, un presente y un posible e inmediato futuro.


Y tú eres esa persona que mira la vida de los otros. Las personas inquietas se fijan en los demás. Las personas vacías fijan la mirada en el infinito. Sé aún muy poco de tu país de las arañas y quiero conocerlo mejor.