viernes, 27 de febrero de 2009

El pais de la piel de toro





A Lilith no le gustan demasiado las formas.


Pero las acepta porque existen, porque son


y porque ayudan a las cosas a situarse,


aunque es cierto que ella nunca sigue las normas,


ella establece sus propias normas.


(A veces se traiciona, pero solo a veces)





Que desde un organismo público de la piel de toro,


el ayuntamiento de la ciudad de los videntes,


ese mismo lugar donde no se puede ser ciego...


pero a veces debería ser uno sordo.


Desde ese mismo lugar,


se despidan con un "bueno pues eso, ala prenda"...


tiene cojones la cosa.





La familiaridad, el chavacanismo y el pijo me cabrean cuando son ellos los que exigen las normas, los que exigen el orden de las peticiones, las instancias que escribir, los pasos a seguir. Son ellos los que exigen el puto protocolo y se despiden con un "bueno, pues eso, ala prenda"





Un poco de respeto por favor.


¿Y si le hablara en alemán?


¿Y si me vistiera de Prada?


Bitte!





De verdad que me altera y mucho.





Me voy al vietnamita-alemán de enfrente


que me trata de usted, me sonríe,


me pide las cosas por favor


y aunque le cuente mi vida en verso jamás,


jamás pierde los papeles, ni su posición,


seguirá tratándome de usted.





Y yo a él también le trato de usted


porque la convención está


y solo se rompe si me lo llevo a la cama


e intercambiamos fluidos,


que ahí ya las normas las improvisas.





Aunque mejor me voy a la vineria


y me tomo un Veterano,


a ver si va a ser eso,


que me falta un poco de españolidad...


y por eso no lo entiendo.


Coño.

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