domingo, 27 de abril de 2008

Bailarinas de pacotilla

Las "bailarinas" son un caso aparte.
Siento generalizar.
En realidad no.
Creo que todas son iguales,
aunque adoro las excepciones
porque las hacen excepcionales (jeje).
Pero las bailarinas son tontitas.
Debido a su conocimiento endémico del cuerpo,
su conocimiento cognisciente que no cognitivo del mismo,
una conversación con ellas se convierte en
hablarconlajodidaprincesitaquedurmió
sobrelcolchónconguisante...
trassuhorriblenochesinreposo, por supuesto.
Os cuento:
Me encuentro con el grupo con el que colaboro "bailando de verdad",
bailando cosas normales
que la gente que ha visto al Duato por la tele puede identificar...
o actualmente los enganchados al Fama televisivo ese.
Vamos, conceptos básicos y predeterminados,
estéticamente arcaicos, pero pasables.
Las tres, dos bailarinas y coreógrafa,
todas,
están lesionadas,
que si un parpadeo incesante,
que si un tirón por andar por la calle,
que si un noseque en la rodilla, lo de siempre...
que si una operación en la muela,
que si un calambre al respirar...
Es una conmemoración de la queja,
un certamen de quejiquismo.

Yo me absuelvo, o me aislo,
y pienso en mi madre y en todas las mujeres de mi familia,
todas las que han callado sus dolores
porque habia cosas que hacer,
todas las que han sufrido barbaridades médicas
que no han denunciado porque... para qué.
Todas esas mujeres,
que sometidas a su condición social,
aguantan como bestias lo que les echen.
Todas esas MadresCoraje que me he ido encontrado en mi camino....

Y entonces miro a ese grupito de cuerpos débiles
que no pueden ni ir a un fisioterapeuta
porque son incapaces de confiar,
les digo que yo no tengo edad pa esto,
pero me crezco 37 milimetros,
y esperando mi retahila de quejas,
me pongo a todas mis mujeres a la espalda,
me empiezo a mover partiéndome de risa por dentro
con el pensamiento de "mariconadas las mínimas"
y bailando como si me fuera la vida en ello,
cosa que es cierta,
las hago callar.
Ellas, sin entender nada todavía,
(deberían estar muertas con todas esas penalidades que pasan)
se levantan costosamente,
hasta respirar les puede costar una lesión,
y se ponen a bailar poniendose la rodilla en la oreja,
abriéndose de piernas innecesariamente,
tan ricamente.
Yo pongo los ojos en blanco,
me pregunto qué conyo hago con princesitas yo,
que soy del pueblo,
pero sigo bailando porque me encanta
y doy la conversación por zanjada.

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