domingo, 29 de noviembre de 2009

Envidia

Lilith envidia a Eva por momentos.
Sabe que no podría ser Eva más de un mes,
que la impaciencia, la culpa
y la necesidad de sentirse libre
la ahogarían en la piel de Eva.
Pero la envidia por momentos.

Lilith desearía tener una nómina.
Saber lo que significa esperar a fin de mes
para respirar y no creerte perdido.
Esa continúa mensualidad que te convierte en normal
y que te estabiliza más
que tomarte pastillas todos los días.
Lo de trabajar en algo que te gusta o no es otra cosa,
Lilith envidia esa menstruación de dinero que no tiene
porque la culpa nunca la marcó.
Y la necesidad social tampoco.

Lilith envidia también el “ser la mujer de”.
Estar en un entorno de grupo
y conocer su posición desde el principio,
sin tener que explicar sus incoherencias sociales cada minuto,
sin demostrar continuamente.
Le apetece a veces no ser única y unifamiliar,
sino estar detrás de alguien, escondida, relajada y tranquila
pensando en sus cosas,
mientras todo se da por entendido.

Pero esto solo pasa a veces
porque sabe que después de la bajada de telón,
Lilith se suelta el pelo y lo tiñe todo de rojo.

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